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Entrevista a Lourdes López

Lourdes López: «¡Si me viera los defectos, no saldría de casa!»

 Guerrera. En los 70 luchó por los derechos de los discapacitados. Hoy lo hace por su barrio, la Barceloneta.
–Empecé en la lucha de los discapacitados físicos en el año 1976. Hacíamos encierros para todo. Para pedir transporte público adaptado, trabajo… Piensa que en aquella época no teníamos nada. Nada. En la asamblea había gente muy inteligente, que venía de los movimientos universitarios y estaba muy integrada. Los discapacitados no vemos los defectos. ¡Si nos los viéramos, nos quedaríamos en casa, amargaditos! (Ríe. Lourdes siempre ríe).–¿Cómo llegó hasta el movimiento?
–Un día, en el Paral·lel, me dieron una octavilla y me dijeron, «Oye, ¿y tú por qué no luchas?». Empecé a leer sobre el tema, a tomar conciencia, y hacia allí que fui. ¡Y me integré al 100%! No tenía otra cosa que hacer.

–¿Al 100%?
–Sí. En 1978 nadie nos hacía caso y decidimos encadenarnos en la Rambla hasta que nos escucharan. ¡Vinieron los grises a cortarnos las cadenas y no sabían cómo cogernos! Piensa que nosotros en el suelo somos trozos de carne. No tenemos movilidad. Y hacíamos mucho cuento: «Ay, ay, ay, que nos haces daño». ¡Fue mortal! (Más risas). Teníamos eslóganes como «si tienes un hijo cojo, no lo tires, hazle un nudo y te saldrá cojonudo».

–¿Y funcionó?
–Madre mía, ¡claro! Mira Barcelona, es una de las ciudades más adaptadas de Europa. También logramos que por ley las empresas tuvieran la obligación de tener a un 2% de empleados discapacitados; y eso ya era un gran logro, porque en aquella época nadie quería darnos trabajo. Y es que no hicimos solo la acción de la Rambla, ¿eh? También nos plantábamos en el metro cada dos por tres con nuestras pancartas y nuestros chillidos para pedir la adaptación; aunque en esas acciones éramos menos. Mucha gente tenía vergüenza y miedo. Piensa que si venía la policía, no podíamos salir corriendo.

Lourdes sufrió una parálisis infantil a los siete meses. «No había vacunas para todos y mira… Casi todos los que tenemos parálisis infantil somos de esa época, del año 60 y 61, hasta que llegaron las vacunas», explica sin perder la sonrisa.

–¿Qué pasó en 1979?
–El Rey dijo que ningún español sin vivienda, y me lo tomé al pie de la letra. Nos enteramos de que en Sant Cosme había unas viviendas sociales vacías, le dimos una patada a una puerta y ocupamos un piso.

–¡¿Una patada?! 
–Sí. Nos ayudaron unos compañeros. Subieron por la galería y abrieron la puerta. A mí me fue muy bien allí. Vivimos desde el 79 hasta el 83. No teníamos ni un duro, pero me iba con todas las gitanas de allí al Pryca a pedir todo lo que se caía.

–No tenía trabajo, claro. 
–No. Tanto mi compañero como yo éramos discapacitados. Pero nos apañábamos. Con un cable, una vecina nos pasaba la luz, y con una manguera, el agua. Llenábamos unos bidones, y con eso hacíamos. Pero una de las veces me resbalé con el agua y me caí. Me hice daño en la pierna medio buena que tengo y me mandaron a hacer recuperación a Perecamps y allí conocí a un terapeuta ciego.

–¿Ciego?
–Ciego, ciego. Él fue quien me metió en la ONCE. Me propuso empezar a vender cupones, pero yo al principio no quería ni oír hablar de eso.

–¿Por qué no?
–Creía que era aún más discriminatorio. Nosotros luchábamos por trabajos normales. Pero hablé con mi compañero y vimos que quizá sí era una salida, así que acepté.

–Y aquí sigue, 30 años después.
–Sí. Vine a vender a la Barceloneta porque es mi barrio. Aquí estaban mis padres y conocía a la gente, y como me daba vergüenza…

–¿Vergüenza? 
–¡Claro! Aquí me sentía más protegida. Fue entonces cuando senté la cabeza y decidí tener un bebé. Y a los 10 meses me volví a quedar embarazada y opté por instalarme de nuevo en la Barceloneta, para que me ayudaran mis padres, porque con dos bebés y coja… Me mudé a una plantita baja, me acomodé con mi familia y mis cupones y abandoné la lucha.

–¿Abandonó? 
–Sí. Hasta que Emilia [líder vecinal más que estimada en la Barceloneta, fallecida en un accidente de tráfico] me lió. Siempre me decía «Nena, hem de parlar» . Un día vimos en los diarios el plan de los ascensores y nos pusimos a trabajar. En aquel momento éramos solo mujeres. No por nada, sino porque éramos las que estábamos en la calle y nos enteramos de las cosas. Ahora estamos a ver si paramos el disparate de los yates de lujo en la Marina del Port Vell.

Notícia extreta de El Periódico

Rumoreemos el Siglo XX

Todo lo que se lea aquí son trocitos de realidad con grandes porciones de ficción. Esa receta con la que cocinamos nuestros mundos.

Ficciones que relatan la vida en las cloacas. Una aportación individual de un expolio colectivo.

Más de una vez me habían dicho que tenía que escribir ese conocimiento fragmentado que tenía del barrio, de sus cloacas y de las pelusillas que se quedan pegadas en las esquina y que determinan su paisaje social.

Y más de una vez pensé que no tenía sentido almacenar todo ese conocimiento en la cabeza. Seguramente, sí, me ayudaba a confirgurarme un mapa de La Barceloneta que me permitía pensar de manera incisiva cómo intervenir políticamente. Y sí, seguramente también me hacía vivir maś atrapada en ese micromundo de relaciones humanas que a veces tanto me asfixiaba.

Nos desalojaron como un claro castigo por la lucha contra el plan de los ascesores. Emilia lo afirmaba así, a mí me costó creerlo en un primer momento. Magnificaciones de micromundo. Un tal Julián que hacía las veces de maestro titiritero en un barrio lleno de marionetas a su merced. El cuadro que se dibujaba con las explicaciones y la rumología de barrio se parecía demasiado a una viñeta de Forges o Quino, con los mandamases sentados detrás de una mesa, gordos, puro en mano y risa maquiavélica. El mundo es más complejo. Y efectivamente se demostró más complejo: el desalojo era también parte de una lucha de poder dentro de la Conselleria d’interior, entre la cúpula policial (cercana, decían, al PSC) y la cúpula política (EUiA-ICV), venía alimentado por una imaginario colectivo, propiciado por un sistema judicial caduco, ayudado por el hecho de que Woody Allen viniera a filmar la semana siguiente al Passeig y nuestra kasa molestase estéticamente… etc. La realidad siempre es más compleja, pero a veces te da claves para interpretarla.

Al poco de nuestro desalojo y del derribo del edificio, un grupo mayoritariamente de hombres de origen magrebí se instaló en el edificio del Siglo XX. Aparentemente no tenía por qué haber relación entre nuestro desalojo y los nuevos inquilinos del Siglo XX. El rumor se encargó de hacernos ver la conexión: ante nuestro desalojo, los propietarios del Siglo XX habían buscado a estos nuevos inquilinos, pagándoles o proporcionándoles un sitio en el que estar gratuitamente para evitar que fuera okupado por nosotros. Vecinos y okupas, amistades peligrosas, ¿para quién?.

No llevaron a cabo la misma operación en el edificio de la Marina (Joan de Borbó 43), tal vez por falta de previsión, por falta de capacidad, o porque el Siglo XX tenía más implicaciones. Quién sabe.

Al cabo de unos años, empezamos una campaña para recuperar el edificio para el barrio. Esto suposo tener que estar atentas a todo lo que hacía referencia a él. A su pasado, a sus cloacas, a sus secretos, a sus rumores, a sus pretendientes y los planes de futuro de estos. Los rumores siempre son los que más saben, por eso nunca hay que fiarse de ellos hasta que están contrastados.

Lo poco que sabemos es que la cooperativa extinguió su actividad hacia finales de los años 80 o principios de los 90. Sobre su actividad durante el franquismo sabemos poco, y ahora mismo no es lo que nos ocupa. Se disuelve en 2009. disolucion_s_XX

Un día, mientras miraba la puerta del siglo XX, de tan fácil acceso, se me acercó un rumor aburrido. Era domingo por la mañana y ni él, ni yo teníamos nada mejor que hacer: parece ser que sobre la cooperativa, en sus últimos años, pesaba un embargo. Tenía una deuda con el Ayuntamiento por un valor de entre 12.000 y 15.000 euros. Ya se sabe, a los rumores, a veces les falla la memoria, otras, les puede el principio de exageración, y muchas, hablan por hablar.

Los actuales propietarios habían pagado esa deuda y así se habían quedado con el edificio.

Como siempre pasa cuando tomas café con los rumores, estuve absorta en la conversación; al llegar a casa, intenté explicárselos a mi compañero de piso (por aquel entonces, una gatito europeo de cuatro meses que ahora ya tiene cuatro años), y su mirada escéptica iba apuntando los ahugeros negros del relato. “llegan unos, pagan la deuda, y se quedan con el edificio, claro, claro.”

Más tarde nos explicaron que la ley de cooperativas no permite que el patrimonio cooperativo pase a manos privadas. Si una cooperativa se extingue, su patrimonio pasa a la federación de cooperativas.

Salvo una excepción: que una asamblea universal de socios apruebe ese paso a manos privadas. Aquí tenemos la versión oficial:

http://www.gencat.cat/diari/4732/06263137.htm

Aquí, la versión oral de una asistente a la asamblea universal (la cual manifestó desconocer la versión oficial, extrañas ignorancias de las personas estafada, no, afectadas):

“nos reunieron en la administración Barceloneta [...] nos dijeron que la cooperativa ya no funcionaba (eso lo sabíamos), y que el edificio no tenía dueño [1]. Éramos cuatro viejos en la reunión. Nos explicaron que como el edificio no tenía dueño, pero sí una deuda, que tendríamos que pagarla nosotros. Pero para evitar que eso pasara, ellos se quedaban con el edificio y pagaban la deuda. Después pondrían el edificio a disposición del barrio. Dijimos que sí y lleva más de 15 años vacío”.

Por si a algún espabilado lector de este post se le ocurre la consabida idea de proponer que se mire en el Registro de la Propiedad, se le avisa: que parece ser que no es obligatorio registrar las propiedades en el registro de la propiedad. Y que, por lo tanto, la propiedad del edificio no ha sido renovada desde su primer registro en 1948; y así pues, según dicha instancia, el edificio es propiedad de la SCCL Obrera Popular el Siglo XX; a pesar de que ésta no exista. El propietario de un inmueble no tiene por qué tener equivalente real en el mundo físico, y a veces, tampoco en el fiscal.

Pensándolo bien, me doy cuenta de que la “ocupación” del Siglo XX es la que más ha durado en el barrio. Para que luego digan que los desalojos no son políticos. La famosa fábula de la separación de poderes.

Mientras tanto, más de un vecino se nos había acercado a darnos apoyo en el campaña al más puro estilo Barceloneta: “está muy bien y tenéis toda la razón, claro que yo no lo puedo decir en voz alta, porque sois vosotros, y yo trabajo en… y tú ya sabes [mi amor]” O no sé, pero hace años que dejó de importarme.

Hace unas semanas fui a hacer un quinto a uno de los bares canallas del barrio. Uno de esos a los que ya les he cogido confianza suficiente como para ir sabiendo que nadie pretenderá seriamente pasar la noche conmigo. Lo cual no quiere decir que no se intente. Y lo intentaron: un Rumor conocido insistió en invitarme e intentó [2], porque es un rumor astuto, seducirme dándome pequeñas porciones de información. Según recordaba su memoria, había llegado a sus oídos hace años que la mujer de uno de los actuales propietarios, Paca Quiñonero (por qué no poner el nombre, esto es un cuento LaPacaVaAlPle ) había dado un paseo el mismo día de la asamblea universal con un amigo de mi Rumor. En ese paseo, no falta de megalomanía, había elogiado el altruísmo de su marido (Julián García, reconocido estibador, y renegado empresario, por resumir), quien:

el mismo día de la asamblea universal se había hecho socio de la cooperativa, con el único fin de librar de las deudas a los pobres viejos que aun pagaban su cuota de socios, y con la motivación última de tornarle ese edificio al barrio.

Suponemos que se le olvidó añadir “cuando fuera necesario”, y aun está esperando el momento propicio, 15 años no son nada en la historia de la tierra.

Mi Rumor me regaló seis quilos de pescado, y me insistió en que buscara el acta original de la asamblea universal [en los próximos relatos "asamblea legendaria"].

Me empaché de pescado y, por suerte, dormí sola esa noche.

Soñé con el edificio. La Barceloneta es un barrio pequeño, en los últimos años en el punto de mira de muchas empresas internacionales; pero durante muchos años a disposición de ser explotada solo por los que se conoce en el barrio como “poderes fácticos”, y que a mí me gusta denominar con terminología waltdisneyaiana “los malos” o “el lado oscuro”.

En mi sueño había unos personajes: Julián, el Cánovas (entrañable abuelito que fue camisa gris durante el franquismo, una de  las fuerza y memorias vivas del barrio que ha olvidado su pasado fascista[3]), el Vilches (éste aparecía siempre desdibujado, desenfocado, como un figurante), Villalta (a este no pude verle la cara durante todo el sueño), y Jaime Torres. Un personaje que despertó mi curiosidad, tanto que me desvelé.
No conseguí recordar el resto del sueño, y el mejor remedio contra el insominio son los planes urbanísticos. El PERI del 86 califica el terreno como equipamiento.

Me quedé dormida antes de llegar a leer que en 2005 el PSC hizo una jugada maestra, que le mereció un balón de oro en el mundo del pelotazo: los hoteles pasaron a ser calificados como equipamientos. Y gooooooool. [4]

Unos años antes, cuando empezamos a reivindicar públicamente que el edificio tenía que ser de y para el barrio, una web desató un rumor:

En el edificio iban a construir una mezquita. Perseguimos al rumor por el barrio, no era para menos, jugaba vilmente con los incipientes brotes de racismo que había esparcidos por el barrio: se escondió en la administración Barceloneta. No lo vimos salir.

El sentido común de maruja de barrio me explicó que el rumor tenía una razón de ser: nuestra reivindicación era legítima, y sería “popularmente” aceptada. Pero resultaba “poderosamente” inaceptable para el poder. Sí, ese que también tiene nombres y apellidos, tales como Carles Martí (o “el hooligan”), Jordi Valls (la marioneta portuaria), Artur Mas (un viejo conocido de Julián), Jordi Pujol (un entrañable enanito con mucha visión de futuro y poca de justicia), assumpta Escarp (la astuta sargento) o Itziar gonzález “la cándida” (no por los hongos, sino por la ingenuidad). Por tanto, era mejor dejar suelto un rumor por el barrio que sembrara el “miedo”, de manera que ante cualquier propuesta de realizar una intervención (fuera cual fuera) en el edificio, habría aceptación popular.

Pero nosotras éramos mujeres: nos armamos de palos y efectividad y le rompimos las piernas al rumor. De un solo golpe. No volvió a aparecer por el barrio.

<work in progress> este cuento se editará, se cambiará, se desmentirá, se confirmará, señalará, se borrará; y lo único que tiene de cierto es que se acabará dentro del edificio del Siglo XX

[1] la asamblea parece ser que se trasladó a un espacio tiempo en el que no existía el capitalismo, la burbuja inmobiliaria desempeñaba el mismo papel que el hombre del saco, y la propiedad privada se estudiaba en los libros de historia como la “fase oscura de la Humanidad”

[2] próximamente, cuando el tiempo haya dado paso a la ficción, un relato sobre esa noche, y ese bar

[3] En este relato de ficción, el hombre que aparece en el sueño era “camisa azul”, no gris; porque la ficción altera la tabla cromática…

[4] el partido, en contra de lo que creen ellos y sus sucesores, no ha terminado.

obrera popular segle xx, s.c.c.l

Obrera popular el Siglo XX

Xerrada “El dret a viure en pau”

Al barri hi ha moltes persones grans que poden estar patint assetjament i viuen sota amenaces de desnonament. La situació de debilitat es veu agreujada pel sentiment de por i solitud enfront aquest problema.

Per conèixer quins són els nostres drets, estar informats i buscar formes col·lectives de fer front a un problema de tots, el proper dimarts 12 d’Abril a les 17.30h. es farà, a l’Escola d’Adults, una

xerrada informativa sobre el mobbing immobiliari al barri.

Us adjuntem el cartell amb la informació de la xerrada, i els flyers, per si podeu donar-li difusió.

Us convidem a totes i tots a participar

Organitza: Oficina d’Atenció a la Gent Gran -Pla Comunitari de la Barceloneta- Associació de Veïns de la Barceloneta, Associació de Veïns de l’Òstia, Associació Barceloneta Alerta,
Col·labora: Observatori DESC, Centre de Serveis Socials de la Barceloneta, Escola d’Adults Barceloneta, Afectats de Mobbing Vallespir 25-Sants

TURISMO DE PROXIMIDAD

LA VANGUARDIA, 04/05/2010

(POR DANIEL ARASA)

La vorágine literaria del día de Sant Jordi comporta necesariamente que pasen desapercibidos muchos libros interesantes y quizás primen otros que lo son menos. Merece la pena el titulado Joan Maragall. Carnets de viatge, de Glòria Casals, editado por la Diputación de Barcelona. Con su lectura acompañamos al poeta por diversos barrios de la ciudad condal, poblaciones costeras como Sitges, Caldes d’Estrac, Blanes, Sant Feliu de Guíxols y Tossa de Mar, y muchos parajes del interior de Catalunya: Montserrat, Castellterçol, Moià, El Montseny, Puigcerdà, Girona, el Empordà, Olot, Ripio, Sant Joan de les Abadesses, Camprodon, Núria o Cauterets.

Eludo la crítica literaria, que no corresponde a esta columna, y me centro en una referencia que hiciera el presidente de la Diputación, Antoni Fogué, en la presentación de la obra. Habló de “acercar literatura y territorio” y, como de pasada pero sin duda con intención, citó el turismo de proximidad. Un apunte siempre oportuno, pero más en tiempos de crisis por estar al alcance de bolsillos semivacíos y cuentas corrientes erosionadas.

Creo que debería llamarse turismo “de descubrimiento” al de proximidad. Porque es habitual que en nuestros desplazamientos lejanos visitemos monumentos, museos, lugares históricos, barrios o restaurantes que las guías nos muestran interesantes. Y lo son. Pero muchísimas de estas personas que viajan a miles de kilómetros jamás han visitado los museos de su propia ciudad, rastreado sus calles o las de pueblos vecinos o recorrido los campos de zonas próximas. Además de barato, a veces gratuito, es un turismo con alto contenido humano porque es particularmente fácil hacerlo en familia o con amigos, comentando con los hijos mil pequeños detalles que mejoren su formación, enseñarles a ser observadores y descubrir la grandeza de muchas cosas que en sí mismas son pequeñas pero son sal de la vida y comentarlas con otras personas huyendo de la masificación y el anonimato.

Alegran los muchos descubrimientos que se van haciendo al recorrer con atención los campos y las calles de las poblaciones. Aquel capitel en una encrucijada, la hornacina en la que nunca nos habíamos fijado, aquella parra centenaria que se encarama junto a la pared y sus grandes hojas cubren los enrejados, la magnificencia de una iglesia en la que no habíamos entrado, merodear entre las vendedoras de un mercado local, conversar con aquel agricultor que nos muestra los mil colores de una curiosa piña de coliflor, observar desde una colina el tembloroso verde plata de las hojas de los olivares movidas por el viento suave, degustar el dulce típico de una comarca, conocer un restaurante de menús paisanos. Y tantas cosas más que nos están esperando.

Article aportat per VEI

PER UN EQUILIBRI ECOLÒGIC

LA VANGUARDIA, 2003

(PER QUIM MONZÓ)

Trobar lloc a la barra d’El Quim de la Boqueria és cada cop més difícil. Ja era complicat abans que el Quim i la Mercè canviessin de parada, però aleshores la barra devia fer amb prou feines un parell de metres. Quan es van traslladar, el nombre de metres va augmentar, però aviat es va veure que també eren insuficients. Avui és gairebé impossible trobar-hi lloc. Està atapeït de turistes, tots amb el nas ficat dins les seves guies de Barcelona. Primer per trobar el bar i després per seguir al peu de la lletra el que els diuen que mengin.

  • Ma ascolta, questo posto è bellino…

Ho diu una noia amb motxila. L’acompanya un tipus amb xàndal i mosca sota el llavi. Aquests són italians, però n’hi ha d’alemanys, americans, francesos, suïssos, canadencs, neozelandesos, mexicans, holandesos, suecs, liechtensteinians… La Boqueria sencera és avui dia un parc temàtic per turistes que, amb la seva presència massiva, distorsionen el medi ambient del mercat que, en teoria, venien a gaudir. La parella d’italians encara dubta si quedar-s’hi. El Quim és tan ple de gent –de turistes, sobretot- que no saben si esperar o anar a la següent estació del viacrucis.

  • Andiamo, via, dai! –diu ell, amb cara de cansament.

  • Cosa faciamo? Aspettiamo? –es veu clarament que ella vol quedar-s’hi.

I mentrestant va ficant el cap per entre els que dinem i, per damunt de la meva espatlla esquerra, observa (amb un rictus barreja de curiositat, sorpresa i fàstic) els ous ferrats amb xanguet que m’estic menjant. Però si giro el cap a la dreta veig com un altre turista fica el cap per damunt de la meva espatlla dreta. I jo no vull dinar envoltat de dotzenes d’ulls que miren estúpidament els meus ous ferrats amb xanguet, les meves tripes, el meu capipota fred! Estic tip de sentir-me com en una gàbia del zoo, cada cop que vinc a la Boqueria. Jo vull anar-hi com hi havia anat sempre, asseure’m en un d’aquests bars esplèndids i dinar amb tranquil.litat: sense ficar-me amb ningú però sense que ningú no m’observi com al Floquet de Neu mentre pela una banana. N’estic fins als nassos, dels turistes. N’estic fins al capdamunt, que siguin babaus, que se sorprenguin per la cuixa de porc al forn, que riguin quan veuen els botifarrons, que banitat, que mengin gambes a la planxa mentre beuen Fanta de taronja, i que celebrin amb grans mostres d’alegria el fet d’haver identificat que allò que hi ha al plat de carxofes fregides són carxofes:

  • Carciofi!

N’hi ha per girar-se i dir-los: “Si! Carciofi! Sono carciofi! Sei veramente esperto in carciofi!”. Però no ho faig perquè sento el seu alè al clatell i si em girés el sentiria a la cara i això encara seria pitjor. Pel que veig, a la primera fila de turistes que esperen i ens pressionen perquè acabem de dinar d’una vegada s’hi ha afegit ja una segona fila que, per la seva banda, pressiona la primera fila perquè als que estem asseguts ens pressionin encara més. De l’entrada del carrer de la Petxina arriba ara un grup de francesos.

  • Ici, c’est superbe! –diu el seu líder natural quan comprova que el cartell d’ El Quim correspon al nom que li indica la guia.

Ara que hi ha tants dies sense (el dia sense cotxes, el dia sense tabac, el dia sense televisió…), ¿seria possible un dia sense turistes a fi que els barcelonins poguéssim passejar per la Rambla, entrar a la Boqueria i asseure’ns a la barra d’El Quim com abans que arribés la marabunta? ¿Podríem descansar d’ells encara que només fossin vint-i-quatre hores l’any, sisplau?

Article aportat per VEI

PER UN EQUILIBRI ECOLÒGIC

LA VANGUARDIA, 2003

(PER QUIM MONZÓ)

Trobar lloc a la barra d’El Quim de la Boqueria és cada cop més difícil. Ja era complicat abans que el Quim i la Mercè canviessin de parada, però aleshores la barra devia fer amb prou feines un parell de metres. Quan es van traslladar, el nombre de metres va augmentar, però aviat es va veure que també eren insuficients. Avui és gairebé impossible trobar-hi lloc. Està atapeït de turistes, tots amb el nas ficat dins les seves guies de Barcelona. Primer per trobar el bar i després per seguir al peu de la lletra el que els diuen que mengin.

- Ma ascolta, questo posto è bellino…

Ho diu una noia amb motxila. L’acompanya un tipus amb xàndal i mosca sota el llavi. Aquests són italians, però n’hi ha d’alemanys, americans, francesos, suïssos, canadencs, neozelandesos, mexicans, holandesos, suecs, liechtensteinians… La Boqueria sencera és avui dia un parc temàtic per turistes que, amb la seva presència massiva, distorsionen el medi ambient del mercat que, en teoria, venien a gaudir. La parella d’italians encara dubta si quedar-s’hi. El Quim és tan ple de gent –de turistes, sobretot- que no saben si esperar o anar a la següent estació del viacrucis.

- Andiamo, via, dai! –diu ell, amb cara de cansament.

- Cosa faciamo? Aspettiamo? –es veu clarament que ella vol quedar-s’hi.

I mentrestant va ficant el cap per entre els que dinem i, per damunt de la meva espatlla esquerra, observa (amb un rictus barreja de curiositat, sorpresa i fàstic) els ous ferrats amb xanguet que m’estic menjant. Però si giro el cap a la dreta veig com un altre turista fica el cap per damunt de la meva espatlla dreta. I jo no vull dinar envoltat de dotzenes d’ulls que miren estúpidament els meus ous ferrats amb xanguet, les meves tripes, el meu capipota fred! Estic tip de sentir-me com en una gàbia del zoo, cada cop que vinc a la Boqueria. Jo vull anar-hi com hi havia anat sempre, asseure’m en un d’aquests bars esplèndids i dinar amb tranquil.litat: sense ficar-me amb ningú però sense que ningú no m’observi com al Floquet de Neu mentre pela una banana. N’estic fins als nassos, dels turistes. N’estic fins al capdamunt, que siguin babaus, que se sorprenguin per la cuixa de porc al forn, que riguin quan veuen els botifarrons, que banitat, que mengin gambes a la planxa mentre beuen Fanta de taronja, i que celebrin amb grans mostres d’alegria el fet d’haver identificat que allò que hi ha al plat de carxofes fregides són carxofes:

- Carciofi!

N’hi ha per girar-se i dir-los: “Si! Carciofi! Sono carciofi! Sei veramente esperto in carciofi!”. Però no ho faig perquè sento el seu alè al clatell i si em girés el sentiria a la cara i això encara seria pitjor. Pel que veig, a la primera fila de turistes que esperen i ens pressionen perquè acabem de dinar d’una vegada s’hi ha afegit ja una segona fila que, per la seva banda, pressiona la primera fila perquè als que estem asseguts ens pressionin encara més. De l’entrada del carrer de la Petxina arriba ara un grup de francesos.

- Ici, c’est superbe! –diu el seu líder natural quan comprova que el cartell d’ El Quim correspon al nom que li indica la guia.

Ara que hi ha tants dies sense (el dia sense cotxes, el dia sense tabac, el dia sense televisió…), ¿seria possible un dia sense turistes a fi que els barcelonins poguéssim passejar per la Rambla, entrar a la Boqueria i asseure’ns a la barra d’El Quim com abans que arribés la marabunta? ¿Podríem descansar d’ells encara que només fossin vint-i-quatre hores l’any, sisplau?

Article aportat per VEI

BARS IRLANDESOS

LA VANGUARDIA, 2003

BARS IRLANDESOS

(PER QUIM MONZÓ)

Fins fa un mes, a l’Afganistan no hi havia cap bar. Ara finalment n’hi ha un, a Kabul. Es tracta d’un bar irlandès que –per decisió del govern, que no veu amb bons ulls que l’immobilisme religiós cedeixi davant el mestissatge cultural i el whiskey- està reservat als estrangers: diplomàtics, periodistes… El bar de Kabul no té rètol que l’identifiqui i s’amaga darrere d’una paret de ciment. Segons declara el propietari a l’ Associated Press, és millor passar desapercebut. El bar s’assembla als centenars de bars irlandesos que hi ha pel món. Amb anuncis de Guinness i llums verds. S’hi serveixen fins i tot llonzes de porc. Per no aixecar la llebre no n’han fet propaganda, però a aquestes altures no hi deu haver a l’Afganistan cap estranger que no sàpiga que existeix

Que sigui irlandès el primer bar que s’obre en territori afganès diu molt de l’esperit que ha aconseguit que, en poques dècades, s’hagin obert pubs irlandesos al món sencer. Abans, per trobar-ne un calia anar a Irlanda o als Estats Units, on a molts bars hi ha encara cambrers joves que vénen de l’illa, parents cada cop més llunyans dels propietaris, que ja fa tres o quatre generacions que són a Amèrica. Però els bars irlandesos americans són fruit d’una immigració integrada i els que s’han obert aquests anys al món, no. Aquests neixen de sobte, en ciutats on amb prou feines viuen irlandesos, i primer aglutinen els professors d’anglès que hi ha a la ciutat –irlandesos, anglesos, americans…-, tot seguit la resta de la colònia i després els indígenes aficionats a beure. L’any passat, en un bar irlandès de Tel Aviv vaig arreplegar un exemplar de The Buzz, que és alguna cosa així com el butlletí de la secta. Hi havia notícies sobre obertures de nous bars irlandesos al Canadà, a Singapur, a Nova Zelanda, a Noruega, a Hongria… Hi havia anuncis d’empreses de decoració que, en un tres i no res, te’n munten un allà on diguis, de cursets de posada al dia per propietaris i gerents, d’empreses que subministren begudes i menjars als bars irlandesos d’Europa, i de discos de música celta. Hi havia receptes de cuina irlandesa i articles força seriosos sobre el que anomenen “el concepte de pub irlandès”.

Cap altra línia de bars ha tingut un èxit semblant. No hi és aliè l’ímpetu de la llengua anglesa al món sencer. Però hauríen pogut ser bars anglesos o americans, i no ho són. ¿Per què? Doncs perquè els irlandesos cauen bé a mig món. No han tingut mai un imperi, i això ajuda. I els seus bars han sabut assumir sense vergonya el que tenen de parc temàtic, i anar més enllà. Gairebé tots els bars que proven de reproduir artificialment l’ambient d’un país cauen en la cursilada, però els irlandesos se salven perquè superen la pega de ser clònics a base d’un bon marge de llibertat. Tots s’assemblen entre ells –la fusta, el tipus de pintura, el vidre esmerilat, els taulells, els prestatges, els anuncis de metall, els mosaics a terra…- però no n’hi ha dos d’iguals. I ens hi trobem bé. Són la materialització, a tres carrers de casa, del bar ideal que hem conegut gràcies al cinema americà: aquell bar tancat i amb les mínimes vistes possibles al carrer perquè, si no ho vols, no sàpigues si són les dotze del migdia o les dotze de la nit.

Article aportat per VEI

EL PUERTO DE BADALONA SALVA LA FLOTA DE PESCA ARTESANAL

LA VANGUARDIA, 07/04/2010

LOS NUEVOS MUELLES DE LA CIUDAD GUARDARÁN UN ESPACIO PARA LOS BARCOS DE PESCA, QUE AHORA ESTABAN DESAPARECIENDO

(POR LUIS BENVENUTY, BADALONA)

El puerto de Badalona dispondrá a finales de año de una base artesanal de pesca, y una de las profesiones más tradicionales de su historia no desaparecerá de la ciudad. O al menos no lo hará al acelerado ritmo en que lo estaba haciendo hasta ahora. Francesc Panella, el nuevo consejero delegado de Marina Badalona, la sociedad mercantil participada por el Ayuntamiento y el consejo comarcal para gestionar el puerto de la ciudad, ha decidido recuperar el proyecto original de la infraestructura badalonesa.

Según aquella primera idea, los muelles que debían devolver el Mediterráneo a la ciudadanía tras décadas de ocupación industrial incluirían también modernos equipamientos para los hombres de la mar. La intención era revitalizar y actualizar lo que fuera dos siglos atrás la principal vía de sustento de una de cada cuatro familias. La impronta de la pesca en Badalona es tal que su principal aportación arquitectónica son los badius, los patios interiores de las casas del Centre donde se guardaban aparejos.

Pero Juan Felipe Ruiz, el anterior consejero delegado de Marina Badalona, redujo aquellos primeros planos del puerto a su mínima expresión. A los amarres. A la dársena y poco más. Nada de lonjas ni máquinas de hielo ni otros equipamientos imprescindibles de esta actividad. A finales de año, Ruiz dimitió del cargo tras ser imputado en la trama de la corrupción urbanística conocida como Pretoria. Durante su administración, el número de embarcaciones afiliadas a la cofradía local pasó de acercarse a las setenta a no llegar a la veintena. En los desnudos muelles badaloneses sólo amarran actualmente media docena. El resto de naves lo hacen en otros puertos del área metropolitana donde hallan mejores servicios. Y es que la Generalitat precintó el pasado verano la vieja y vetusta lonja de Badalona, ubicada en la playa del Centre. Y nada apunta a una pronta reapertura.

“En estos momentos estamos redactando un proyecto ejecutivo para licitarlo próximamente”, explica Panella desde Marina Badalona. “La idea es que durante el otoño que viene los pescadores puedan disponer ya de máquinas de hielo, cuartos para guardar los aparejos y, por supuesto, una nueva lonja”.

Desde la cofradía de pescadores badaloneses, su presidente, Jaume Cañas, dice que los primeros contactos con los gestores de la infraestructura han sido muy positivos, que la nueva postura de la empresa puede llegar a tiempo para salvar la profesión en la ciudad porque “todo parece apuntar a que al final tendremos una base artesanal de pesca”. Luego los pescadores se plantearán iniciativas para modernizarse, como acercarse al turismo.

LA DENUNCIA: La amenaza de la celulosa

Pep Costa, uno de los pescadores más veteranos de Badalona, denuncia: “Saco 40 kilos diarios de celulosa, tantos que tengo que romper las redes. Antes sólo ocurría cuando llovía y los colectores se desbordaban. Pero ahora es diario. La celulosa se extiende de Barcelona a Montgat. Me he quejado a la Generalitat y Ayuntamiento. Nadie se responsabiliza”.

Article aportat per VEI

BARCELONA, CIUDAD

José María Sanz, LOQUILLO


UNA CRÓNICA URBANA DE ROCK EN TIEMPOS REVUELTOS (2010)

4ª Parte

Studio Ono, en la calle del Pi número 1, es el lugar elegido por CBS para presentar a los Rebeldes en sociedad, conocida de toda la vida por “discoteca 1800” ahora presume de transgresora. Su nombre recuerda al mítico Studio 54 de Nueva York; todo aquel que pretende dárselas de moderno o presume de ser alguien en el mundo del espectáculo se deja ver en algún momento de la noche junto a bailones de turno. La cocaína es una novedad, las drogas psicodélicas han pasado a la historia.

Es el local para todo tipo de presentaciones y ruedas de prensa, a medio camino entre lo snob y lo “moderno”, que al final viene a ser lo mismo.

En la entrada de Studio Ono un portero selecciona al personal, si no tienes buena pinta no entras ni pagando, hay mucho guapo/a contratado y puedes toparte con un tipo disfrazado de boxeador o una guapa vestida de orgía romana, dependiendo de la fiesta que toque. Hay un trapecio situado estratégicamente y una trapecista sin complejos haciendo evoluciones varias.

La prensa que al principio critica el exceso de hedonismo pronto se desdice al calor de la barra libre, eso es muy importante para ellos.

Una nueva manera de entender el negocio de la noche ha llegado a la ciudad influenciado por la vida nocturna de Ibiza y la Costa Brava, donde siempre están a la última por la afluencia del turismo chic; aquí todavía se tira de Bocaccio y de los restos del naufragio de la gauche divine.

El culto a la modernidad toma Barcelona en pequeñas dosis, disco a disco.

La nueva ola nos impone su estética frívola, hasta es capaz de llenar las pistas donde suenan Police, Blondie o Pretenders junto con los últimos coletazos de la música disco hortera, creando una mezcla insoportable a los sentidos.

En las radios comerciales los grupos nuevaoleros madrileños toman el relevo a los ídolos de las fans quinceañeras; rumberos modelo pata de elefante y melódicos con un pie en Latinoamérica.

Nombres como Radio Futura o Ejecutivos Agresivos anuncian un cambio en las formas y en el fondo.

Y nosotros ya tardamos.

Article aportat per VEI

BARCELONA, CIUDAD

José María Sanz, LOQUILLO

UNA CRÓNICA URBANA DE ROCK EN TIEMPOS REVUELTOS (2010)

3ª Parte

Callejeando por Barcelona aprendo dónde se puede vacilar y dónde te pueden romper la cara.

Pateamos las Ramblas buscando algo que nunca encontramos.

La cosa es estar.

Las Ramblas sigue sumando, ahora son los exiliados chilenos, argentinos y uruguayos, que cada vez en mayor número pasan a formar parte del paisaje urbano; la solidaridad reina entre ellos y nosotros descubrimos la realidad latinoamericana marcada por la dictadura militar de turno.

Los anarquistas disfrutan lanzando tomates a las puertas del Gran Teatro del Liceo y provocando a los burgueses, que con sus mejores galas asisten al ritual de la ópera.

El café que da frente al teatro es lugar de paso obligatorio, siempre hay una nube de humo sobrevolando por encima de los habituales.

Yo no me acabo de fiar, demasiados tipos sonriéndome, y es que no se cortan un pelo, me pongo rojo y al mismo tiempo me cabreo, pero termino por sonreír, el núcleo duro del movimiento gay, con Ocaña al frente, se cita en el Café de la ópera, nosotros no.

La esquina Pelayo-Ramblas es nuestro Check Point Charlie: junto a la salida del metro de plaza Cataluña, lo que facilita las cosas, esa misma salida conecta a su vez con la Avenida de la Luz.

La Avenida de la Luz fue la primera galería comercial de Barcelona, inaugurada en 1940, treinta años después se ha convertido en un bulevar subterráneo de tiendas en decadencia donde puede pasarte de todo, su acceso se confunde con el que conecta con la línea de ferrocarriles que atraviesa el Tibidabo.

La sensación es de entrar en otra realidad, un Shangai-La urbano.

La Avenida de la Luz es un desierto metropolitano de dos mil metros cuadrados con vida propia, un mundo de neones y columnas jónicas coronadas por un vetusto cine de programa doble que transmite una soledad inquietante. Los chaperos convierten el cine y sus aledaños en lugar de encuentro.

Para nosotros es un lugar perfecto.

Entre distribuidores de máquinas de coser y telares se esconde una tienda dedicada al cine donde se encuentran carteles, afiches, material de coleccionista y una variada selección de fotos de actores de todos los tiempos; colecciono pequeñas postales de época autografiadas de mis iconos femeninos, es lo mejor que puedo hacer mientras el resto espera en la calle sentado en la barandilla de la esquina buscando problemas. Justo enfrente una cafetería da la cobertura de cervezas suficiente, o también puedes bajar las escaleras que conducen a Georgia, donde Emilio, el pincha, siempre tiene a punto una sesión de r’n’r que compartimos con los marines norteamericanos y las chicas que los acompañan. (…)

Article aportat per VEI